Yo soy aquel - Alicia Pérez Gil: La perversa cristalomancia de la voz

Edgar Ende, Die Geburt des Gesanges (El nacimiento del canto), 1951.

Los espejos fueron, son y serán siempre objetos mágicos, nidales de miedos y supesticiones varias: miedo al reflejo, a la otra realidad, a la edificación de un portal que los traspase -como psicopompos de lo tétrico- al dar cabida a los espíritus malignos que, desde el otro umbral, aguardan la noche. Pues bien, es ahora cuando una reputada escritora española, Alicia Pérez Gil, nos embriaga con un relato que abarca esta clase de "vitrificado terror", (editado por Cazador de Ratas Editorial).
Así pues, adéntrense con nosotros a través del espejo, en los recovecos de Yo soy aquel.

¿Qué se ve en un espejo que se mira en otro espejo? ¿Lo sabes tú, Señora de los Deseos, la de los Ojos Dorados? ― Viejo de la Montaña Errante en La historia interminable (Michael Ende).

Alicia Pérez Gil es una autora polifacética dentro del género fantástico pues, en cada una de sus obras aporta una pluralidad de temáticas y contenidos (buscando el collage perfecto, vinculando situaciones antagonistas, singulares y chocantes). Pues bien, "Yo soy aquel" es un relato ambientado en el universo España Punk, antología ideada por Cazador de Ratas, e inspirada en las canciones del cantante español Raphael. Y aunque en un primer momento se publicó en forma de Patreon, fue posteriormente publicada por la propia editorial, con una edición cuidada que lleva, un paso más allá, el cosmos "antológico" de España Punk.

Yo soy aquel es un relato con tropos singulares, en donde se narra la historia de una mujer atormentada con lo que ve reflejarse en los espejos...
El relato bebe del terror psicológico -formato narrativo en primera persona- aunque, la ficción surrealista florece a compases descomedidos, haciendo que los sentimientos del lector fluctúen entre la ilusión del espejismo constante, y el terror psicológico más "Poeniano" (ese otro lugar al que la conciencia no alcanza, con sus perturbaciones y recovecos oníricos). Y es aquí, en donde su autora interactúa con el psicoanálisis social, y se adentra en formulaciones específicas sumamente empíricas: envejecimiento, disposición social..., que hacen de situaciones meramente cotidianas, un verdadero suplicio para una mente febril y hebefrénica como lo es la humana. Además, el juego de "reflejos perturbadores" es el núcleo mismo de este collage narrativo, en donde Pérez Gil resurge con un estilo complejo, rico en descripciones, que plasman el desarrollo psicológico de la protagonista -y la hacen muy real- a través de sentimientos desbocados: histeria, alegría, desasosiego, tormento... hasta la eclosión última, ¡descorazonadora!, cénit de corrupción y maldad humana, inbuídos por entre el horror sobrenatural.

Edgar Ende, Das Tuch (El paño), 1946.

Sin embargo, hay que decir que este relato es bastante inconexo, por aquello de pretender desarrollar una historia mucho más compleja y madura; y aunque la autora juega y emplea una gran cantidad de "aspectos y matices", la trama queda inconclusa, al no producirse un adecuado desarrollo secuencial que nos permita dilucidar el origen de todas esas "perturbaciones".

Yo soy aquel es sin duda un cuento clásico: mantiene la esencia misma de los terrores góticos plasmados por autores como Guy de Maupassant o Sheridan Le Fanu, (sombras entre reflejos y espejos). Sin embargo, la incertidumbre de no saber si es un horror más corpóreo o más psicológico, es algo que late durante toda la obra y que no termina -adecuadamente- de culminarse.