Ilustraciones de Santiago Caruso
Quizás los humanos no lleguemos a darnos cuenta de nuestras limitaciones empíricas, de la debilidad que subyace en nuestra propia contextualidad orgánica pues, cuando nuestros sentidos fallan, nos hallamos indefensos ante el mundo: simples marionetas de una sociedad deshumanizada. Y ahí es en donde radica el Terror... Ese terror a perder la audición, a quedarse ciego o a "extraviar" el habla. Pero, estas dificultades ocultan un terror mayor, uno en donde el horror se gesta en poliédricas formas y en las que todas, absolutamente todas, te sondean fijamente.
Bienvenidos pues, a la reseña de Nunca hables con el diablo, novela corta del eminente escritor español de terror, David P. Yuste.
Y, ¡que entren los demonios!...
Una de las singularidades de esta obra es que el consabido enfoque clásico de la demonología, se reinterpreta: el autor otorga al Príncipe de las Tinieblas un nuevo rostro. Además, juega con el factor sorpresa de la pérdida de los sentidos -algo bastante raro cuando lo que se busca es concienciar de la presencia en nuestro entorno del Maligno-. En este caso, se centra en una enfermedad hereditaria real que causas graves pérdidas de visión y audición, complicada además con la excesiva dificultad que tiene el enfermo para articular adecuadamente las palabras: la enfermedad de Usher.
Ésta será la vertiente o arteria principal de la trama argumental pues, nuestra protagonista es un claro exponente del sufrimiento y de la pérdida de identidad que padecen las personas aquejadas con este mal. Y esta concepción, nos recuerda al arco creativo que empleó Clive Barker para su obra Demonio de libro, (el narrador es un demonio que se dirige directamente al lector, ubicando la acción en la Edad Media). Y en muchos aspectos, "Nunca hables con el diablo" se asemeja a esta obra, principalmente por aquello de buscar un realismo fantástico, en donde las pinceladas de ficción especulativa sean básicas - confiriendo ya de por sí epítetos surrealistas o sobrenaturales a la propia acción -.
Además, Yuste juega con el rompecabezas del "terror cotidiano", ese terror clave en obras de Matheson (Primer Aniversario), de su alumno Stephen King (Cujo) o del propio Dean R. Koontz (Mirada ciega). Indudablemente, el autor toca el "palo o la vertiente social" que se deriva de cualquier tipo de singularidad (en este caso, la ocasionada por una enfermedad): abandono, misantropía, rechazo social, etc. Pero, ¡ojo!: éso es el horror cotidiano. Sin ir más lejos, en la antología de El bazar de los malos sueños de S. King, nos encontramos con un relato que atrapa por su nombre (Batman y Robin tienen un altercado) pero, con un halo de terror prácticamente nulo, lo que nos hace pensar cuán separados están los límites entre el suspense (del que tenemos buenas obras por ejemplo de Alfred Hitchock) y lo que se considera terror como tal; inclusive, la novela negra llega a adscribirse en estos términos -es el caso de mangas de anime como Death Note -.
Sin embargo, esa visión crítica de los problemas sociales se convierte en el eje central de la trama y..., ¡ay!, el terror se queda relegado a un segundo plano -pese a que aflora con cierta frecuencia gracias a esas pinceladas macabras de David, autor con el que hemos tenido el gusto de colaborar en el número IX de nuestra revista "Especial Guillermo del Toro" -. Ésta es una de las principales "patas cojas" que se encuentran dentro de la obra pues, se sobrecarga excesivamente la situación de enfermedad de la protagonista.
David P. Yuste se adentra más en ese halo del suspense y, si se prefiere, del psicothriller, para terminar con un final digno y grandilocuente en el que la extraña creatividad del terror y su visión misteriosa y truculenta, nos recuerda al estilo preciso de Matheson (ese halo de acecho permanente, de miedo a morir y del desconocimiento de algo espectral que nos sume en una constante vigilia).
Quizás, el relato ¡Abajo, Satán! del maestro Clive Barker, nos evoca el aura que Yuste emplea en esta novelette, y que materializa a la perfección con los rasgos estilísticos del autor.
Ésta será la vertiente o arteria principal de la trama argumental pues, nuestra protagonista es un claro exponente del sufrimiento y de la pérdida de identidad que padecen las personas aquejadas con este mal. Y esta concepción, nos recuerda al arco creativo que empleó Clive Barker para su obra Demonio de libro, (el narrador es un demonio que se dirige directamente al lector, ubicando la acción en la Edad Media). Y en muchos aspectos, "Nunca hables con el diablo" se asemeja a esta obra, principalmente por aquello de buscar un realismo fantástico, en donde las pinceladas de ficción especulativa sean básicas - confiriendo ya de por sí epítetos surrealistas o sobrenaturales a la propia acción -.
Además, Yuste juega con el rompecabezas del "terror cotidiano", ese terror clave en obras de Matheson (Primer Aniversario), de su alumno Stephen King (Cujo) o del propio Dean R. Koontz (Mirada ciega). Indudablemente, el autor toca el "palo o la vertiente social" que se deriva de cualquier tipo de singularidad (en este caso, la ocasionada por una enfermedad): abandono, misantropía, rechazo social, etc. Pero, ¡ojo!: éso es el horror cotidiano. Sin ir más lejos, en la antología de El bazar de los malos sueños de S. King, nos encontramos con un relato que atrapa por su nombre (Batman y Robin tienen un altercado) pero, con un halo de terror prácticamente nulo, lo que nos hace pensar cuán separados están los límites entre el suspense (del que tenemos buenas obras por ejemplo de Alfred Hitchock) y lo que se considera terror como tal; inclusive, la novela negra llega a adscribirse en estos términos -es el caso de mangas de anime como Death Note -.
Sin embargo, esa visión crítica de los problemas sociales se convierte en el eje central de la trama y..., ¡ay!, el terror se queda relegado a un segundo plano -pese a que aflora con cierta frecuencia gracias a esas pinceladas macabras de David, autor con el que hemos tenido el gusto de colaborar en el número IX de nuestra revista "Especial Guillermo del Toro" -. Ésta es una de las principales "patas cojas" que se encuentran dentro de la obra pues, se sobrecarga excesivamente la situación de enfermedad de la protagonista.
Ilustración de Santiago Caruso (The Boke of Divill)
David P. Yuste se adentra más en ese halo del suspense y, si se prefiere, del psicothriller, para terminar con un final digno y grandilocuente en el que la extraña creatividad del terror y su visión misteriosa y truculenta, nos recuerda al estilo preciso de Matheson (ese halo de acecho permanente, de miedo a morir y del desconocimiento de algo espectral que nos sume en una constante vigilia).
Quizás, el relato ¡Abajo, Satán! del maestro Clive Barker, nos evoca el aura que Yuste emplea en esta novelette, y que materializa a la perfección con los rasgos estilísticos del autor.
Nunca hables con el diablo
(Never talk to the devil)
- Autor: David P. Yuste
- Editorial: Cazador de Ratas
- Colección:
- Fecha de publicación: 2018
- Precio: 5,00 € (papel)
- Páginas: 151
- Formato: Rústica
- ISBN: 978-84-17646-00-4
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