La niña de las agujas del número 3 - Daniel Diez Crespo: La llave del poder de la sombra y la perversión
El brillo afilado y puntiagudo de un arma es sutil y delicado. Sobre ella la sangre oscura borbotea, y desde un fondo negro se perfilan los contornos ambarinos de una niña: un angelito que irradia maldad.
Deambulamos a través de los atezados pasillos sinuosos de la increíble novela La niña de las agujas del número 3, del escritor Daniel D. Crespo.
La venganza, el deseo y la perversión laten entre sus líneas de manera constante y cíclica. ¡Ah!, nos olvidábamos: ¡cubríos los ojos! Son un trofeo...
Deambulamos a través de los atezados pasillos sinuosos de la increíble novela La niña de las agujas del número 3, del escritor Daniel D. Crespo.
La venganza, el deseo y la perversión laten entre sus líneas de manera constante y cíclica. ¡Ah!, nos olvidábamos: ¡cubríos los ojos! Son un trofeo...
Esta novela es un claro ejemplo de ese tipo de terror auténticamente realista, en el que el surrealismo no florece porque sí..., ¡todo lo contrario! No hablamos de demonios ni de entidades interdimensionales o de cualquier otro aspecto que pudiéramos englobar dentro de la corriente weird: ¡sólo está la realidad!; algo que, quizás, sea aún más perverso que lo que no es explícitamente sensorial. Y es que, la multiplicidad obsesiva a la que se enfrentan las personas en su día a día, nos hace columbrar la corrupción y perversión de lo más íntimo y aciago: la mente humana.
El autor se centra en una joven, de nombre Eva, que tiene un hobbie: coser. Coser y coser -como Aracné-, para crear reproducciones en punto de animales, objetos y de personas. Representaciones inanimadas, muñequitos de vudú -sin magia negra- en los que la perversión infantil se desboca para lograr así alcanzar sus deseos (en este caso, el amor de su profesor particular).
El autor se centra en una joven, de nombre Eva, que tiene un hobbie: coser. Coser y coser -como Aracné-, para crear reproducciones en punto de animales, objetos y de personas. Representaciones inanimadas, muñequitos de vudú -sin magia negra- en los que la perversión infantil se desboca para lograr así alcanzar sus deseos (en este caso, el amor de su profesor particular).
La
argumentación se centra en la obsesión -paulatina- de Eva por Marc, y de
cómo esta hipocondría sentimental desencadena un infierno en donde nada
es lo que parece, y lo más vulgar, termina por trastocarse en un arma maliciosa.
El planteamiento de Crespo nos recuerda a obras de terror realista como Verano de Corrupción (Stephen King), concretamente, a su relato Alumno aventajado, en donde es nuevamente un niño -en última instancia-, el eje depravado que origina la trama aberrante y luciférica del cuento. Y en esta novela ocurre algo similar: se traspasan los límites racionales, éticos-emotivos, para dar rienda suelta a lo atávico y primitivo; al poder de la sombra imaginativa de una criatura de mente enferma que es muy, muy real, y que podría estar incluso conviviendo entre nosotros.
El planteamiento de Crespo nos recuerda a obras de terror realista como Verano de Corrupción (Stephen King), concretamente, a su relato Alumno aventajado, en donde es nuevamente un niño -en última instancia-, el eje depravado que origina la trama aberrante y luciférica del cuento. Y en esta novela ocurre algo similar: se traspasan los límites racionales, éticos-emotivos, para dar rienda suelta a lo atávico y primitivo; al poder de la sombra imaginativa de una criatura de mente enferma que es muy, muy real, y que podría estar incluso conviviendo entre nosotros.
Daniel D. Crespo es un autor que suele centrarse en los aspectos filosóficos y reflexivos: lo que puede trastornar, enajenar y pervertir, la búsqueda de sueños, la explanación emotiva..., pero, Crespo la retuerce, y así nos sumerge en el horror ontológico gestado por el maestro Ligotti, en donde tonalidad, iluminación y el reflejo físico del alma (los ojos), son pilares esenciales para la creación de un ambiente ominoso y asfixiante, en donde la errumbre florece como Las flores del Mal de Baudelaire.
Igualmente, La niña de las agujas del número 3 presenta un estilo fresco y rápido, que genera un mosaico pesadillesco de escenas que se encauzan a través de verdaderos soliloquios filosóficos acerca de lo que es capaz de llegar a hacer un ser humano. Todo ésto, bajo el prisma caleidoscópico de una adolescente que se pasea sobre la cuerda floja de temas candentes como lo son la pederastia o el bullying.
Ilustración de Krzysztof
Sin embargo, y pese al potencial inherente de la obra, a veces la narración se hace repetitiva pues, a lo largo de la trama se reincide en actos y secuencias (accesorios no necesarios para la acción en sí). Pese a ello, la tensión es constante, gracias a los golpes de efecto -tipo eroguro- con cuerpos despedazados, ojos latentes... un despropósito orgiástico de sangre que embrutece magistralmente la obra -pese a que en ocasiones pueda parecer innecesario-.
La niña de las agujas del número 3 es una novela en la que se explora -con escalofriante lucidez- los sub-niveles aberrantes del alma humana. Es una llave de perversión, una puerta hacia el horror... ¡Imprescindible su lectura!
(The girl with the needles of number 3)
- Autor: Daniel Diez Crespo
- Editorial: Wave Books Editorial
- Colección: Wave Black
- Fecha de publicación: 2018
- Precio: 11,50 € (papel)
- Páginas: 206
- Formato: Rústica
- ISBN: 978-1723750649
Comentarios
Publicar un comentario