Isla Muerta - Daniel Gutiérrez: Los zombis, aquellos hijos de la niebla

Ilustración de Jon McCoy

Los zombis, seres entre la vida y la muerte o, mejor dicho, cuerpos de fallecidos impulsados por algo "oscuro" que los mueve; títeres sin cerebro dirigidos por las hábiles hilazas del Mal, cuya única finalidad es propagar la entidad epidemiológica contenida en su sangre.
Tenemos el inmenso placer de presentaros Isla Muerta, novela del escritor Daniel Gutiérrez.
¡Canarias está invadida por No-Muertos!

Daniel Gutiérrez es un autor cuyas obras se han focalizado —en gran manera— en la exploración de los diferentes "visos" de los muertos vivientes. Destacaremos algunas antologías en las que ha ejercido como antólogo (Necrosis, volumen que nos introduce por entre una de las perspectivas más desgarradoras de estas criaturas, o Érase una veZ, la primera publicación de la editorial Kelonia —a través de la plataforma Verkami— en donde se refleja la mezcolanza entre la sutil candidez de los relatos de antaño, y los mórbidos y maquiavélicos elementos característicos de los zombis).

En esta novela, y tras la liberación de un gas en la isla de Tenerife, la inmensa mayoría de la población se transforma en entidades sin conciencia y cuerpos degenerados e infectos; cubos de carne que se mueven bajo el depravado impulso de alimentarse de la pulpa de los no infectados. Y es en este maremágnum caótico, en donde el autor se centra en los supervivientes, argumentando diferentes situaciones y conflictos de intereses propiamente personales. Personajes de lo más variopinto (desde un camionero, pasando por un médico y acabando en un violador) que recorren las diferentes tramas, todas ellas enlazadas bajo un vértice común: no sólo se ahonda en el concepto más atávico de la supervivencia —a nivel especie—, sino que también se desciende hacia los encriptados y primitivos resquicios del alma humana.


Ilustración de la novela gráfica Maldito Viernes, de Paco Plaza/Joseph Díaz

Lo interesante del enfoque de la obra de Daniel Gutiérrez es la vertiente "rectilínea" de la trama, a pesar de existir segmentación con respecto a las distintas identidades descritas. Así pues, en primer plano, se hallan los humanos que viven a duras penas, enfrentados a la epidemia con los recursos de los que disponen; en segundo plano se halla la milicia: arrogantes soldados; guerreros ultraconservadores ante los cambios repentinos... ensimismados en su universo ficticio —de honor y medallas— pese a estar destruyendo al pueblo al que deberían proteger y servir. Y por último, y los más "simplones": los zombis; ejes argumentales que encauzan la trama hacia un final inconcluso. En sí, lo que confiere a esta historia un sentido lineal no es otro que el empleo excesivo de estereotipos, de fórmulas reiterativas que ya nos son familiares de otras novelas adscritas a este tipo de temática. Por ejemplo, hunde su basamento en la trilogía de nuestro autor patrio, Carlos Sisí, con su saga Los Caminantes, pero, si Sisí marca un ritmo pausado, Gutiérrez hace de la acción una marcha frenética, acelerada... que no permite que disfrutemos del todo con la intrínseca evolución de los acontecimientos o de la propia maduración psicológica que éstos deberían provocar en el cómputo de los personajes.

A su vez, y pese a ser un matiz secundario, mención especial se merece —en términos amplios— el concepto de sexualidad, pues conserva un papel destacado dentro de la totalidad del volumen: perversión sexual revestida de avaricia, y figuración genital como base del ideario de los instintos humanos más indignos; todo ello nos sumerge en un mundo de pecado y represión que invita a la siguiente reflexión: ¿quién es aquí verdaderamente el "zombi"?

Ilustración de Zdzisław Beksińsk

Isla Muerta de Daniel Gutiérrez se convierte en una manifestación atractiva y amplia del zombi moderno. Su temática, que en principio parece bastante simple y reiterativa, se torna compleja y evolucionada, hasta el punto de que una sola lectura no es suficiente para desentrañarla.